Muchos años después de que la flexografía diera un salto importantísimo con la aparición de las tecnologías de planchas LAM, un salto que recientemente ha tenido un nuevo impulso con la irrupción de innovaciones como Kodak Flexcel NX, es ahora que vemos como este sistema de impresión se ha convertido definitivamente en una alternativa real al huecograbado, siendo capaz de obtener unos niveles de calidad semejantes, pero con las ventajas añadidas que ofrece este sistema de impresión.
Pues bien..., comentaba hace unos días a un impresor que hay veces en las que pienso que los profesionales que llevamos acumulados muchos años en este sector, tantos que ya nos empieza a costar reconocerlos, llevamos (no sin un cierto orgullo) alguna que otra cicatriz moral por las dificultades vividas a la hora de cumplir con determinadas expectativas de calidad y productividad en la impresión durante ese tiempo.
Y es que ciertamente hemos sido testigos y partícipes de esa gran evolución en la flexografía, pero víctimas también de nuestras propias dificultades para entender este nuevo contexto y evolucionar con ello adecuadamente. Tanto es así que, desde mi punto de vista, vemos pasar avances y mas avances tecnológicos sin haber sido capaces de implementarlos correctamente y sin sacar de ellos el rendimiento que sin duda pueden generar.
Creo que hemos tenido una cierta tendencia a obsesionarnos en un enfoque equivocado sobre nuestro objetivo, tal vez sea ese el motivo por el que nos empeñamos en compararnos con el punto de referencia ideal, aquel que siempre hemos querido alcanzar en flexo y cuando lo hemos conseguido (casi siempre por casualidad y a costa de horas, material y coste desperdiciados), lo hemos utilizado para, de algún modo, satisfacer nuestro maltrecho ego profesional diciendo lo de... "estamos imprimiendo con una calidad de huecograbado", o aquello otro de..."estamos al nivel del offset". Y con eso damos por entendido que el éxito ha sido incontestable y estamos en el camino correcto para alcanzar nuestros objetivos de competitividad.
Pero no..., es que hay algo que parece no acabar de entenderse, cierto es que no en todas las empresas, pero sí en muchas..., y es que el reto no es imprimir como el offset, ni tampoco hacerlo como el huecograbado, el reto es imprimir con mucha calidad, sí..., pero también hacerlo de manera suficientemente eficiente como para con ello rentabilizar la producción y alcanzar el rendimiento en el resultado que realmente exige el comprador de impresión y que exige también la imprescindible rentabilidad del impresor.
Y cuando se dice esto, es entonces que cuesta reconocer esa realidad, ya que por lo visto TODOS trabajamos para ser mas rentables, eso por supuesto..., y la prueba de ello es que exprimimos el ahorro de costes en factores tan "decisivos" en la impresión (entiéndase la ironía) como el coste de la preimpresión, que en la mayor parte de paises es suministrada por servicios externos, creyendo con ello que con ahorrar un 10% en el precio de las planchas vamos a reducir sensiblemente los costes totales con una convicción basada en que el riesgo de una baja calidad de esta parte del proceso no es peligroso, y que nuestra habilidad y buen hacer en la máquina impresora podrá corregir las posibles deficiencias o inconsistencias que se produzcan en la impresión; eso sí... olvidando por completo que el coste de un juego de planchas respecto del global de un tiraje de embalaje flexible en flexografía pueda ser proporcional al mordisco de un niño a una manzana, entendiendo la manzana como el total que supone esa fabricación. Y al final, el riesgo se hace presente en forma de un exceso de mermas por una mala preimpresión que supone mucho mas coste que ese 10% del mordisco que queremos ahorrar.
Entiendo la mirada un tanto extraña del impresor al que confesé este parecer, pero es que creo que si la impresión flexográfica está en "primera división" y quiere jugar con los mejores, esto exige compromisos, sin duda alguna los de dar el mismo nivel en calidad, pero también de consistencia y repetibilidad de la misma. No es dificil de aceptar entonces que en flexografía ese es un reto muy importante, que implica el trabajar de otra manera y reconocer la necesidad de cumplir con unas reglas en producción basadas en unos parámetros definidos, como respetar la densidad de referencia, trabajar con un anilox limpio y adecuado, unas tintas en buenas condiciones, unas viscosidades controladas, unos adhesivos correctos, una buena tecnología de planchas o sacar el densitómetro del fondo del cajón, quitarle el polvo acumulado por el poco uso y dejar de lado el ajuste del color basado en el buen criterio colorimétrico del ojo del maquinista, con todo el respeto al maquinista, por supuesto.
Este es el mejor modo de abaratar los costes: el "ser eficientes imprimiendo correctamente", esto nos permitirá aprovechar las ventajas que esas nuevas tecnologías nos aportan, convirtiendo al proveedor de preimpresión en una aliado que nos ayude y aconseje en ese objetivo, no en un simple suministrador de planchas.
Sin dejar de aceptar que estas opiniones puedan ser discutibles o matizables, espero que al menos invite a reflexionar sobre como debemos plantear los distintos procesos que participan en la impresión flexográfica, sobre todo ahora que el nivel de exigencia es tan alto que resulta muy difícil mantener margenes razonables.
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